Como ya hemos visto en artículos anteriores, la importancia de la mezcla y la fusión en el mundo de la música es vital para el desarrollo de nuevos géneros y en muchas ocasiones, estos nuevos géneros se vuelven más populares que los originarios. Ese es el caso del estilo que nos ocupa hoy: el R&B.
Para entender sus orígenes, debemos hacer un viaje en el tiempo a la década de los años 40 del siglo pasado, donde solo unos pocos años antes había surgido el rhythm and blues. Un género que mezclaba el blues, el jazz e incluso el góspel y que surge de la comunidad afroamericana residente en Estados Unidos.
Como género evolucionado del jazz, las bandas de rhythm and blues estaban formadas por piano, guitarra, bajo y batería y a lo sumo algún saxofón, pero siempre acompañados por vocalistas. En sus letras se reflejaban las experiencias y modo de vida de la comunidad negra americana, por lo que en un comienzo, era esta comunidad la que más se identificaba con este estilo musical y lo consumía como algo propio de su cultura.
Los periódicos y revistas de la época describían al rhythm and blues como música movida, urbana y con un ritmo insistente. De hecho, fue el predecesor de lo que en los años 50 se llamó rock and roll. De hecho, las primeras grabaciones de rock and roll, eran versiones de clásicos del rhythm and blues.
Luego las temáticas de las letras de las canciones de rock and roll variaron, para conectar con un público más joven y amplio, ya que en el rhythm and blues todo giraba en torno a las problemáticas de ser persona negra en un país de blancos, o la conquista de derechos civiles.
Tras la conquista del rock and roll en las radio fórmulas y la aparición de nuevos géneros como la música disco o el pop, y el avance de los derechos sociales, el rhythm and blues pasó de moda. No sería hasta finales de los años 80 y principios de los 90, que apareciera el género que conocemos en la actualidad: el rhythm and blues contemporáneo o R&B, tras la decadencia de la música disco y el funk.
El R&B se diferencia de su antecesor en la inclusión de sintetizadores y cajas de ritmo y por supuesto un acercamiento a la música pop. De hecho el denominado Rey del Pop, Michael Jackson, es uno de los primeros exponentes del R&B, junto a Sade, Prince o incluso Whitney Houston.
Ya a comienzos del siglo XXI, el R&B alcanza cotas comerciales inauditas en el género gracias a artistas como Beyoncé, Justin Timberlake o Rihanna. También es una fuerte influencia en la creación del sonido de las emergentes boy bands que comenzaban a surgir como New Kids On The Block y empieza a mezclarse de nuevo con otros estilos como el hip hop o el dance, comenzando así una nueva era llena de artistas tan importantes como Chistina Aguilera o NSYNC.
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