Continuamos nuestro repaso por los géneros musicales más punteros que forman parte de nuestro catálogo de canales, ofertando así un abanico amplio y variado de propuestas musicales para el hilo musical de nuestros clientes.
En esta ocasión vamos a detenernos en uno de los estilos que más ha crecido, evolucionado e incluso desvirtuado en los últimos años; el chill out.
Chill out es una expresión inglesa que significa literalmente “relajarse”. Este dato nos da una importante pista sobre este estilo musical, ya que mayoritariamente es utilizado para crear ambientes donde se busca la serenidad. Pero a diferencia de lo que sucede con la música ambiental más clásica, el uso de sintetizadores, secuenciadores y electrónica en general, hace que su sonido sea más moderno y que a diferencia de los sonidos más simples y machacantes del techno o el house, aquí las dimensiones sonoras adquieren mucha más complejidad. Una complejidad que además no tiene complejos, ya que la electrónica se mezcla con instrumentos alejados de ella, como el piano, el saxofón o la guitarra clásica.
Se trata de un tipo de música que a priori nos trae a la mente paisajes relacionados con el mar o una puesta de sol en la playa por la gran cantidad de establecimientos situados en estos lugares que han recurrido a este tipo de música.
Pero, ¿cómo surge este estilo?
Las crónicas nos trasladan a finales de los 80, más concretamente al pub Heaven de Londres en 1989. En plena fiebre del acid y los ritmos electrónicos bailables, los djs de este pub crearon un espacio destinado a ofrecer a los clientes un lugar donde relajarse y descansar del baile. A este espacio lo denominaron The White Room y en él crearon una ambientación musical especial mezclando sonidos de discos de Mike Oldfield o Brian Eno (que ya había sorprendido años antes con su Music for Airports, con una idea similar a la propuesta por el chill out).
De esta forma, el pub Heaven vió crecida su popularidad como el local que tiene “esa habitación para descansar”. Pero no fue hasta que la banda KLF sacó su icónico disco Chill Out con la ya clásica portada de las ovejas descansando en un prado. El estilo fue propagándose, en parte gracias a nuevos locales que abrían sus puertas con un reclamo relajante, en contraposición a los pubs bailables de moda.
De hecho el chill out encontró su sitio en nuevos conceptos de pubs, terrazas o cocktelerías de hoteles junto al mar, donde los djs residentes ofrecían sonidos relajantes ideales para tomarse una copa entre amigos, con un ritmo de fondo que proporciona la conversación y la actitud relajada. Comienza la explosión de la creación de sellos discográficos y discos especializados en chill out.
El Café del Mar situado en Ibiza es quizá el lugar por excelencia vinculado al chillout hasta el punto que los discos con el mismo nombre casi son más conocidos que el mismo bar. Y otro referente es el desaparecido dj barcelonés y considerado padre de este género José Padilla. Ambos son algunos ejemplos de lugares y personajes de nuestro territorio nacional vinculados a este subgénero de la música electrónica. Las mezclas de electrónica relajante con sonidos orientales. Un mundo nuevo de sonidos que parece no tener límite y que encuentra en la fusión su forma natural de evolucionar y extenderse.
El chill out además comienza a crear tendencias que van más allá de lo sonoro, inspirando la decoración y mobiliario de los espacios en los que suena. Lo blanco y el minimalismo. El azul y el positivismo.
Con el paso del tiempo y las mezclas de todo tipo, el chillout comienza a fusionarse con ritmos más acelerados y sonidos más densos que provienen del techno, encontrando así nuevas vías comerciales, pero traicionándose a sí mismo como concepto. Y es que hay canciones consideradas dentro de este género tan bailables que muchos (incluido un servidor) catalogaríamos en otros como el techno o house.
En definitiva y cómo decíamos al principio, el chill out ha sido un estilo tan de moda y que se ha mezclado tanto para que todo el mundo tenga “su chill out”, que ha terminado desvirtuándose, alejándose por completo en muchas ocasiones de su sentido original.
¡Chill out, chiquilla!
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