¿Quieres olvidarte de la música en tu negocio pero no sabes cómo lograrlo sin esfuerzo? ¿Reproduces música que te gusta a ti o a tus trabajadores pero sin tener la certeza de que también le pueda gustar a tus clientes? ¿Te has preguntado alguna vez si tu ambientación está alineada con las características de tu negocio y con tu tipología de cliente?
El hilo musical es la solución a tus problemas porque además de evitar emociones negativas en ellos, también puede hacer que tus ventas aumenten. Ello es debido a que está demostrado que el escuchar música agradable aumenta el deseo de permanencia de los clientes en tu establecimiento lo cual aumenta las probabilidades de compra de un producto o servicio.
Por tanto, si el objetivo no es solo que los clientes se acerquen a tu negocio siguiendo el conocido esquema AIDA (Atención-Interés-Deseo-Acción) sino también que tras esa acción de entrar, permanezcan más tiempo dentro, la música (y el marketing sensorial en su conjunto) es clave para ello. Y un buen hilo musical, bien organizado por franjas horarias, con una escaleta inteligente y con unos mensajes programados en los momentos más adecuados del día, conforma una ambientación auditiva de calidad y ello lo notan tanto los clientes como el negocio y, por extensión, su facturación.
Para ello, en Grupo Motiva contamos con un equipo de musicólogos que realizan la consultoría de tu marca para poder diseñar la radiofórmula ideal para tu negocio. Ellos responderán sin ningún compromiso a todas tus preguntas en torno a algo que es muy fácil (y económico) de resolver siempre que se ponga en manos de profesionales.
Es normal plantearse preguntas de todo tipo. ¿Cómo puedo evitar que mis trabajadores pongan la música que sencillamente les apetece? ¿Cómo puedo controlar (y unificar si se quiere) algo tan importante como es el volumen de todos los establecimientos donde suena el hilo musical? Y a partir de ahí, ¿cómo puedo influir de forma sutil (o no) en mis clientes y potenciar su actitud de compra de mis productos o servicios?
La música en mi opinión tiene varios niveles de uso para influir en el escuchante. Por un lado, está el uso conservador que únicamente pretende acompañar, formar parte del ambiente y con un volumen relativamente bajo para conseguir provocar el bienestar en los clientes y casi sin que ellos sepan el porqué. Varios estudios han demostrado que cuando se le pregunta a clientes a la salida de un establecimiento si eran conscientes de que este disponía de hilo musical, la mayoría respondían que no.
Sin embargo, cuando el establecimiento no disponía de ambientación musical, a la salida la inmensa mayoría sí recordaban que no la hubiera. Este uso de la música es el más cercano al concepto original de música de ascensor (el Muzak). Este uso requiere de estudio y de una implementación inteligente pero su objetivo es de mantenerse en un nivel discreto en el conjunto de la ambientación general de un establecimiento.
Pero en mi opinión, hay otro uso de esta que se sitúa en un nivel diferente al anterior, un nivel en el que se puede conseguir más pero también resulta más arriesgado. Voy a contar dos experiencias personales, situadas en extremos opuestos, una negativa y otra positiva en torno a este segundo nivel de uso y en ambos casos relacionada con negocios de restauración oriental:
Cuando tenía apenas 12 años, solía ir con mis padres a un restaurante chino de Barcelona llamado Merama cuyo hilo musical (como en la mayoría) se componía de música tradicional china y sonaba de forma sutil a través de la megafonía del local. La decoración tradicional recargada con el uso de colores rojizos, lámparas características, estampados, cristaleras en los techos y hasta una gran pecera llena de peces de 3 colas, junto con la música tradicional china con esas voces femeninas en un tono agudísimo y el fuerte (y para mi delicioso) olor a aceites vegetales, maní, pimienta de Sichuán o salsa de soja, conformaban al cliente una experiencia 360 grados desde el punto de vista del marketing sensorial. Ese es uno de los grandes logros a nivel de marketing In-Store de los restaurantes chinos (y orientales en general)
Pero un día, los trabajadores de este restaurante tomaron la decisión unilateral de diferenciarse de la competencia, de intentar influir en positivo sobre los clientes y hacerlo a través de la ambientación musical. Sin hacer un estudio real de su tipo de negocio ni del perfil de dichos clientes.
Cuando volví con mi familia y entramos por la puerta, algo había cambiado de forma radical. Una música electrónica a gran volumen era emitida por esa misma megafonía y al final del pasillo llegando a la barra había un gran equipo de música y dos camareras se encontraban situadas al lado sonrientes y orgullosas de que la música estaba captando la atención de la gente que accedía al local.
Sus encargados pensaron que su idea para conectar mejor con los comensales debía consistir únicamente en emitir una música más familiar para ellos y en un volumen exageradamente más alto para que esta pudiera llamar la atención. Pero lo que hacía realmente esta música occidental era romper con la coherencia de marca del restaurante, alterar su armonía con el resto de la ambientación y su alto volumen destacaba demasiado y resultaba muy molesto para su tipo de clientes (la mayoría familias).
Como te podrás imaginar, clientes como mi madre se quejaron y rápidamente (eso sí) bajaron el volumen y desde entonces, jamás volví a ver ese equipo de música en el centro del pasillo y volvió a emitirse la tradicional china de siempre.
Este es un ejemplo clarísimo de que no es tan fácil lograr conectar con el público que te visita y de que, en muchos casos, la música debe cumplir la función de su primer uso, acompañando y complementando de forma perfecta al resto de elementos de marketing sensorial.
Años más tarde, fui de viaje con unos amigos a Nueva York y nos fuimos a cenar a un restaurante también chino llamado Mission Chinese y situado en el ChinaTown justo al lado del Manhattan Bridge. Al entrar, luces bajas e igualmente rojizas, una decoración ciertamente más moderna y un público muy cosmopolita, más joven y compuesto mayoritariamente por grupos de amigos como nosotros. Y en la ambientación musical, una música electrónica a toda caña y a un volumen que apenas permitía entenderse en una conversación. Pero, a diferencia del caso anterior, la sensación fue totalmente opuesta.
En primer lugar, se trataba de una cena, con amigos de estilo cosmopolita y en el centro de Manhattan. Y en segundo lugar, el adn del restaurante era completamente diferente. Su apuesta por platos absolutamente diferentes a lo que uno está acostumbrado se encontraba alineado con esa propuesta rompedora de convertir la cena en una fiesta de discoteca en la que las conversaciones se realizaban a gritos.
Su apuesta era ciertamente arriesgada pero minuciosamente pensada y estoy seguro que por profesionales del marketing musicales. Resultado: ninguno de los que asistimos a esa cena la olvidaremos jamás en positivo cuando en el caso del restaurante chino de Barcelona nunca la olvidaré pero en negativo (pese a que siempre habrá un lugar en mi corazón y recuerdo para ese restaurante).
Esto ha sido un ejemplo de que uno no debe aventurarse a ofrecer ambientación musical a sus clientes sin hacerse una serie de preguntas que combinan la empatía, el conocimiento del perfil del cliente y el de su propio negocio.
Estas preguntas son las que en Grupo Motiva te ayudamos a responder y para que te hagas una idea rápida, te invitamos a hacerlo a través de este rápido y sencillo test del que obtendremos una información sobre tu negocio y tus clientes que nos permitirá recomendarte sin ningún compromiso y de forma gratuita un tipo de música u otro. ¡Anímate y hazlo!
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