Hoy es el Día Mundial de la Salud Mental, establecido por la Federación Mundial de Salud Mental en 1992 con el objetivo de aumentar la conciencia y el entendimiento sobre los problemas de salud mental a nivel global, combatir el estigma asociado a los trastornos mentales y promover políticas de apoyo.
Cada año, esta fecha tiene un tema diferente para resaltar aspectos específicos de la salud mental que necesitan mayor atención. Y este año, desde Motiva queremos aprovechar para abordar los efectos beneficiosos de la música en la salud mental y cómo herramientas como la musicoterapia son útiles para ayudar a superar muchos tipos de trastornos y problemas emocionales.
Pero, empecemos por la música en general: ¿qué efectos positivos tiene en la salud mental?
- Reducción del estrés y la ansiedad: Escuchar música relajante o instrumental ayuda a reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Muchas personas la usan como herramienta para calmarse, mejorar su estado de ánimo y combatir la ansiedad.
- Mejora del estado de ánimo: La música alegre y motivacional libera dopamina, el neurotransmisor asociado con el placer y la recompensa. Escuchar música que nos gusta genera emociones positivas, mejorar el estado de ánimo y hasta aumentar la energía.
- Apoyo en el manejo del dolor: La música distrae al cerebro del dolor físico y emocional, lo que resulta útil en tratamientos médicos, terapias psicológicas o incluso en el manejo del duelo. Se ha utilizado en la terapia del dolor crónico para mejorar la calidad de vida de los pacientes.
- Promueve la expresión emocional: A través de la música, las personas pueden procesar y expresar emociones complejas, especialmente si tienen dificultades para hacerlo verbalmente. Esto es particularmente útil en la terapia musical, donde se fomenta la autoexploración emocional a través de la música. Luego hablaremos de ella.
- Fortalecimiento de la memoria y la cognición: La música, especialmente la clásica, se ha relacionado con mejoras en la memoria y la función cognitiva. En personas con demencias o Alzheimer, por ejemplo, puede ayudar a recordar momentos o activar recuerdos que estaban «perdidos». Muchos casos de este tipo se han hecho virales.
- Favorece la socialización: Participar en actividades musicales, como cantar en un coro o tocar un instrumento en un grupo, fomenta la socialización, el sentido de pertenencia y la autoestima. Esto es importante para combatir el aislamiento social, que a menudo es perjudicial para la salud mental.
¿Y negativos?
- Efecto sobre el estado de ánimo negativo: La música triste o melancólica, si se escucha en exceso, puede profundizar los sentimientos de tristeza, soledad o depresión. Aunque algunas personas encuentran consuelo en escuchar música que refleje sus emociones, si esto se hace de forma repetida sin procesar adecuadamente esas emociones, puede contribuir a un ciclo de negatividad.
- Asociación con recuerdos traumáticos: Algunas canciones o géneros musicales pueden estar asociados a experiencias traumáticas o difíciles del pasado, lo que puede reavivar emociones negativas. Para algunas personas, escuchar música relacionada con momentos difíciles puede generar ansiedad o desencadenar síntomas de trastorno de estrés postraumático (TEPT).
- Sobreestimulación o ansiedad: La música muy fuerte o rápida puede sobreestimular el sistema nervioso, especialmente si ya se tiene una predisposición a la ansiedad o el estrés. En estos casos, escuchar música con un ritmo acelerado o ruidoso puede empeorar los síntomas de ansiedad. Un ejemplo de esto son las personas que sufren autismo o PAS (personas de alta sensibilidad) para las que es fundamental controlar muy bien tanto el tipo de contenidos como el volumen al que se reproducen siendo beneficioso para ellos si esto se hace de forma correcta.
- Efecto de la sobreexposición: Pasar mucho tiempo escuchando música a volúmenes muy altos puede causar problemas de salud física, como pérdida auditiva, lo que a su vez puede contribuir al aislamiento social y empeorar la salud mental a largo plazo. Un ejemplo de esto fue el caso de los presos de la cárcel de Guantánamo durante la primera década de este siglo a los que se les reproducía música estridente a un volumen exagerado como método de tortura.
La música pues, es una herramienta poderosa que puede influir tanto de manera positiva como negativa en nuestra salud mental. Mientras que alivia el estrés, mejora el estado de ánimo y fomenta la creatividad, también potencia emociones negativas si no se maneja adecuadamente o si se asocia a experiencias traumáticas. Por eso, es importante ser conscientes de cómo la música nos afecta a nivel personal y utilizarla como un recurso saludable y equilibrado.
La musicoterapia es una disciplina terapéutica que utiliza la música y sus elementos (sonido, ritmo, melodía y armonía) con el objetivo de promover y facilitar la comunicación, el aprendizaje, la expresión, el movimiento, y en general mejorar la salud mental, emocional y física de las personas. Se emplea en una variedad de contextos, desde hospitales y clínicas hasta centros de rehabilitación, escuelas y hogares de ancianos, con poblaciones diversas que incluyen niños, adultos y ancianos.
La musicoterapia se basa en la idea de que la música tiene un efecto profundo en las emociones y el cuerpo humano. Los beneficios terapéuticos de la música han sido reconocidos desde la antigüedad, pero fue a mediados del siglo XX cuando comenzó a desarrollarse como una disciplina formal y científica.
Existen dos enfoques principales terapéuticos:
- Musicoterapia receptiva: Implica escuchar música seleccionada específicamente para promover estados de relajación, concentración o para evocar emociones. El terapeuta guía al paciente en la experiencia auditiva, ayudándolo a explorar y procesar las emociones o recuerdos que surgen a partir de la música.
- Musicoterapia activa: Consiste en que el paciente participe activamente en la creación de música, ya sea tocando instrumentos, cantando, o componiendo melodías. Este enfoque fomenta la creatividad y la autoexpresión y puede ayudar en la rehabilitación física o en el desarrollo de habilidades cognitivas y sociales.
Algunos de los fundamentos clave, algunos de ellos ya comentados, incluyen:
- Efecto emocional: La música o regular emociones, ayuda a expresar sentimientos que de otro modo serían difíciles de verbalizar, y reduce el estrés y la ansiedad. Esta se utiliza comúnmente en pacientes de todas las edades con enfermedades crónicas, trastornos de salud mental o en situaciones hospitalarias, como en la atención a pacientes en cuidados paliativos.
- Efecto fisiológico: La música influye en funciones corporales como la respiración, la presión arterial y el ritmo cardíaco, generando un estado de relajación o, en otros casos, de estimulación tanto física como cognitiva. El ritmo y la estructura musical ayudan a mejora la coordinación y el control motor, siendo útiles en personas que se recuperan de accidentes cerebrovasculares o lesiones físicas.
- Comunicación no verbal: La música es un medio de expresión que trasciende las barreras del lenguaje, siendo útil para personas con dificultades de comunicación verbal, como niños con autismo o personas con afasias (trastornos del lenguaje que hace que se dificulte leer, escribir y expresar lo que se quiere decir).
Así pues, la musicoterapia se utiliza en una amplia variedad de contextos:
- Salud mental: Tratamiento de trastornos como la depresión, ansiedad, esquizofrenia o trastorno de estrés postraumático (TEPT).
- Rehabilitación física: Ayuda a personas que se están recuperando de un accidente cerebrovascular, una cirugía o que tienen discapacidades motoras.
- Educación especial: Es comúnmente utilizada en niños con autismo, discapacidades de aprendizaje o trastornos del desarrollo.
- Cuidados paliativos: Para personas con enfermedades terminales, la musicoterapia puede proporcionar alivio emocional y reducir el dolor.
- Geriatría: En el tratamiento de personas mayores con Alzheimer u otros tipos de demencia, la música puede mejorar la memoria y la calidad de vida.
Algunas técnicas utilizadas por los musicoterapeutas incluyen:
- Improvisación musical: El paciente puede tocar instrumentos sin necesidad de seguir pautas específicas, lo que permite una expresión emocional libre.
- Canciones pregrabadas: Escuchar música conocida puede generar asociaciones emocionales positivas o despertar recuerdos.
- Composición de canciones: Crear letras o melodías personalizadas puede ser una forma terapéutica de procesar emociones o experiencias.
- Movimiento y música: Utilizar la música para acompañar el movimiento corporal, ayudando en la rehabilitación física o promoviendo la expresión emocional a través de la danza.
Como puedes ver, la música es un arte que nos rodea más que cualquier otro y es además una potente herramienta que debe ser usada por profesionales para poder influir de forma adecuada. En Motiva, contamos con musicólogos y un psicólogo encargados de estudiar, evaluar y definir precisamente qué tipo de música y qué tipo de parámetros son los adecuados para que al reproducirla en tu negocio, esta influya en positivo y en la dirección que buscas. ¡Contáctanos y te contamos cómo trabajamos!
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