Hace unos días tuvo lugar la 89 Edición de los Oscars, los premios más celebres del mundo del celuloide. La gran triunfadora de la noche fue la película musical “La la Land”, que se llevó 6 estatuillas, entre ellas la de mejor Edición Musical. Buena parte de “culpa” de este Oscar la tuvo el granadino Anele Onyekwere uno de los más prometedores editores musicales del panorama actual.
La labor del editor musical (dentro del mundo del cine) consiste en la selección y edición de las piezas musicales que van a ir dentro de la música incidental de la película en cuestión.
No hay que confundir la música cinematográfica o incidental con la banda sonora de una película.
La música incidental, cuyo origen data de la antigua Grecia (utilizada en el drama teatral griego) está compuesta específicamente para acompañar las escenas de una película. Es generalmente una obra integral, con una estructura similar a la música clásica orquestada e instrumental, de carácter cíclico y con un tema central recurrente, que enlaza las escenas de principio a fin y, a su vez establece un vínculo narrativo continuo con el discurso cinematográfico. Es la responsable de reforzar los elementos sensitivos que transmite la escena.
Mientras que la banda sonora suele ser toda la selección musical utilizada dentro de una película, música tanto vocal como instrumental en su versión completa (desde una canción completa que suene dentro de un fragmento de la película, hasta la música de los créditos finales de la misma). Si dicha selección musical ha sido compuesta expresamente para la película, se le conoce como banda sonora original (BSO).
En los primeros años del cine, la música era interpretada en directo mediante una orquesta en vivo, y mediante el uso de elementos materiales para crear los efectos sonoros.
Los primeros intentos de incorporar la banda sonora a las películas tuvieron lugar a finales del siglo XIX, y se basaban en el funcionamiento a la par, con los problemas consiguientes de sincronización del proyector y de un fonógrafo. Ya en 1896, el célebre Thomas Edison patentó el Quinetófono, que pretendía unificar la imagen con el sonido.
Una vez conseguida la unión entre sonido e imagen, el cine pasó por una época de esplendor (desde los años 40 a los 60), ya que además de enlazar estos dos elementos materiales para el film, se conseguía además que estas películas pudiesen ser vistas en cualquier lengua del mundo, mediante el doblaje.
Entre las bandas sonoras más destacas de dicha época, están “Cantando bajo la lluvia” (que además trataba sobre el tema en cuestión), “Los diez mandamientos”, “Johny Guitar”, “Sonrisas y lágrimas”.
Pero es a partir de los años 70-80 cuando las bandas sonoras tornan con mayor auge, gracias en parte a los artistas y compositores más celebres de todos los tiempos, dentro del mundo del cine. Desde el mítico Ennio Morricone (El Bueno, el feo, y el malo, La Mision, Cinema Paradiso,…), Hans Zimmer (Gladiator, El Rey León,…), Nino Rota (El Padrino, La Dolce Vita,…), o el grandioso John Williams (Tiburon, Stars Wars, Superman, Indiana Jones,…).
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