Música y ciencia. Una forma de arte y una forma de entender el funcionamiento del mundo que nos rodea. Pudiera parecer que son dos conceptos antagónicos, pero es una percepción errónea. La música está mucho más relacionada con la ciencia de lo que puede parecer en un principio. ¡Y no es algo nuevo! En la Edad Media, la música, junto con la aritmética, la geometría y la astronomía, formaba parte del Quadrivium o los cuatro caminos del saber. Es decir, lo que una persona debía estudiar para obtener un conjunto de conocimientos básicos y necesarios.
Cualquier estudiante de música lo sabe: los acordes, escalas, etc… se basan en proporciones matemáticas. Es que las escalas, los acordes y los tonos se basan en proporciones matemáticas. Además, la música es sonido, y éste no es otra cosa que la oscilación del aire; por ello, para explicar cómo se produce, es necesario recurrir a la física. De hecho, la física es posiblemente la disciplina científica más cercana a la música. En los instrumentos de cuerda, la diferencia de altura depende de la tensión a la que está sometida la cuerda, su grosor y su longitud. Cuanto más larga sea la cuerda, más grave es el sonido. ¿Nunca te has preguntado por qué una guitarra suena de una forma y el ukelele de otra, siendo dos instrumentos muy parecidos? El secreto radica en la diferencia de tamaño y por lo tanto, en la longitud de las cuerdas. Así, un contrabajo genera notas más graves que una guitarra, y el ukelele, más agudas. Además, la altura de la nota depende del lugar del diapasón donde se apriete la cuerda, que es la forma de acortar su extensión.
La relación entre la longitud del objeto vibrante y la altura de las notas se da en cualquier tipo de objeto. Por ejemplo, la extensión del tubo por donde circula el aire en los instrumentos de viento produce diferentes notas. En un flautín, los sonidos son agudos, y en un trombón, más graves.
Pero, ¿Por qué una misma nota suena de manera diferente en cada instrumento musical? Eso es lo que se conoce como timbre. En física, es la forma en que el sonido oscila en el aire. Por eso los instrumentos de viento como la trompeta o el saxofón, suenan de forma parecida y totalmente distinta al sonido que utilizan los instrumentos de cuerda frotada, como el violín o el violoncelo.
Para que los sonidos que emiten los instrumentos, además, sean armónicos (es decir, agradables de escuchar), resultan de vital importancia las propiedades físicas de los materiales con los que están construidos. Para, por ejemplo, construir una guitarra, se han de buscar las maderas apropiadas para lograr los sonidos esperados. Una guitarra de buena calidad, está construida con madreas de diferentes procedencias, para conseguir así que el sonido sea perfecto: jacarandá en los aros, abeto en la tapa, ébano para el diapasón…
Como ves, la física y la música van de la mano. Detrás de cada nota producida en una canción que escuchamos a diario, hay todo un mundo detrás que hace que esa nota es como es, gracias a factores científicos. Posiblemente por eso, la influencia de la música en nuestro cerebro es tan compleja y digna de estudio. En Grupo Motiva somos conscientes de ello y utilizamos todo este conocimiento para crear ambientes adecuados para cada necesidad. ¡Pregúntanos!
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