Escuchar música es algo que hacemos inconscientemente. Tanto si escuchamos la radio, o vamos a un concierto de música en directo, es una acción que hacemos de forma instantánea. Pero… ¿te has planteado por qué escuchamos los instrumentos? Si colocásemos una cuerda tensada a dos clavos a sus extremos y la hiciésemos vibrar con un dedo, no escucharíamos absolutamente nada. En cambio, las cuerdas de la guitarra, al rasgarlas, suenan de forma particular. ¿A qué es debido?
La música habita el reino de la resonancia, es decir, la amplificación del sonido mediante oscilaciones que se mueven en una determinada frecuencia. En estas frecuencias concretas, la caja de resonancia de la guitarra o la del violín, o la del tubo de la trompeta, se ponen a vibrar moviendo el aire en su interior, produciéndose el sonido. Las frecuencias bajas son las emitidas por instrumentos graves como el contrabajo o los bombos, mientras que las frecuencias altas, son propiedad de instrumentos como violines o flautas.
Hasta aquí hablamos exclusivamente del fenómeno físico que hace que los instrumentos acústicos emitan sonidos, pero, ¿qué sucede cuando estos sonidos ordenados en forma de música llegan a nuestros oídos y son procesados por el cerebro?
Si alguna vez has tocado algún instrumento musical, seguro que te ha surgido la pregunta de por qué la sucesión de algunas notas nos suenan en armonía y otras disonantes. Además no es necesario tener una formación musical previa para diferenciar una melodía de un ruido. Si escuchamos a una persona tocar una pieza de piano, y de repente se equivoca al tocar una nota, notaremos como nos chirría algo en el oído.
Es conocido que los acordes musicales más agradables, como por ejemplo la familia de acordes de Do mayor (Do-Mi-Sol), tienen relaciones matemáticas sencillas entre sus frecuencias. Sin embargo, la fuente de esta percepción armoniosa es misteriosa. Una nueva investigación realizada por Bernardo Spagnolo de la Universidad de Palermo, explica este fenómeno a partir de nuestro sistema auditivo neuronal.
Durante años, han surgido multitud de teorías acerca de cómo y por qué algunos grupos de notas suenan tan agradables. En esta nueva investigación, se expone la idea de que los seres humanos tenemos una serie de neuronas que responden a diferentes frecuencias. Es decir, un grupo de neuronas responde al oír la nota Do en una guitarra, otro al escuchar Mi… Se les conoce como neuronas sensoriales. No obstante, esto no es suficiente para explicar la percepción armonía en la sucesión de notas. Para explicarla, Spagnolo introduce un tercer tipo de neurona al que llama “interneurona”, y cuya función es recibir las señales de las neuronas sensoriales, procesarlas y enviar al cerebro la melodía escuchada.
Es más, este grupo de investigadores asegura que las neuronas sensoriales se ajustan al modelo donde el estímulo —en este caso el sonido— eleva la tensión hasta un punto de saturación, descargando su información en una “interneurona” que transmite una señal hacia el cerebro.
Spagnolo introduce entonces la teoría de la información de Claude E. Shannon y Warren Weaver, que postula que cuanto menos aleatoria es una señal, más información posee. En nuestro caso esta información se conoce como regularidad, y explica si un conjunto de notas es melódico o no. Una serie de notas “buenas” constituyen una alta regularidad, ya que poseen más información en ellas. Mientras que las notas disonantes poseen una menor regularidad.
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